No es para nadie un secreto que la industria textil es la segunda más contaminante del mundo, y es nuestro deber como marca aportar desde todas las maneras posibles. El modelo actual de producción de grandes empresas de textiles se llama moda rápida, el cual aparte de disminuir la calidad de las prendas por su producción en masa, trae consigo excesos de inventarios, desperdicios y esfuerzos innecesarios… y eso no es todo, lo más triste de esta realidad es la explotación física, mental y laboral que sufren las personas que trabajan bajo este modelo. Para muchas de estas empresas considerar cambiar lo establecido es completamente absurdo, debido a la gran cantidad de familias que dependen de esto, sumado claro, al engranaje sistemático al que pertenece; muchísimas personas se ven obligadas a trabajar de esta manera, y una cruda realidad que no podemos simplemente ignorar.
Ahora, pensándolo de una manea más profunda, debemos entender que el costo real de toda esta problemática, recae completamente en la salud de nuestro planeta, la cantidad de ropa en buen estado que se bota a la basura es abismal, de acuerdo con la organización internacional Greenpeace, la contaminación que genera la producción de ropa, es de aproximadamente 500.000 toneladas, ¿Cómo ocurre esto? Cuando lavamos la ropa en máquina, en un solo ciclo de lavado se pueden liberar miles y miles de fibras de microplásticos, las cuales viajan por el desagüe hasta llegar finalmente al océano. De los millones de toneladas de microplásticos que en general llegan a contaminar el medio ambiente, un 35% proviene del lavado de textiles naturales y sintéticos.
Cada vez, somos más las personas que realmente nos preocupamos por la composición de los textiles que consumimos, pues la ropa ahora es imprescindible, nos ha acompañado durante toda nuestra historia como seres humanos, reflejando nuestras identidades, costumbres, culturas, formas de sentir y de pensar. La ropa ha ido evolucionando junto a los cambios sociales y ambientales que presentamos, e incluso cada vez nacen más tecnologías para crear textiles que perduren más en el tiempo y sean amigables con el planeta, aunque esto no hace parte del sistema económico en el que vivimos.
Las fibras tanto naturales como sintéticas contaminan, por eso es tan importante saber elegir prendas que perduren la mayor cantidad de tiempo posible. Por un lado tenemos el poliéster, una de las fibras sintéticas más utilizada para confeccionar ropa, para su elaboración se necesita 70 millones de barriles de petróleo anuales en el mundo, y tarda aproximadamente 200 años en descomponerse. Por el otro lado, para obtener un kilo de fibra natural de algodón es necesario utilizar entre 10.000 y 17.000 litros de agua, y depende de su composición el tiempo des-composición. Así que un prenda ya sea fabricada con material sintético o fibras naturales, contamina durante todo su proceso de producción. Ahora multipliquémoslo o por millones y millones de toneladas de ropa que se confecciona al día en el mundo entero… Se calcula que para la fabricación de ropa anualmente se utilizan ¡93.000 millones de metros cúbicos de agua! Cantidad suficiente para satisfacer la sed de 5 millones de personas. Así que cada vez que escuches que una marca es responsable con sus recursos, por favor indaga Si de verdad hay coherencia entre lo que están diciendo y haciendo.
Un producción que realmente aporta a este cambio, se basa en una planeación por demanda. Pequeñas marcas locales poco a poco aumentan su capacidad de producir para crear una oferta justa, respetando tanto el detalle y el proceso de la prenda, como el tiempo y la calidad de vida de las personas. Ya que es difícil y costoso crear prendas personalizadas por encargo, las curvas de las tallas deben ser adecuadas al historial de ventas que se tenga para evitar problemas de rotación, aquí es cuando las grandes marcas empiezan hacer descuentos abismales en sus precios, cuando no tienen cómo rotar el exceso de inventario que tuvieron por su producción en masa. Por todo esto y mucho más es que nuestros diseños son limitados, algunos vuelven a salir aunque tomen tiempo y otros definitivamente no vuelven a salir.
Pero ¿Qué hacer si queremos tener prendas que nos duren en el tiempo, y no contaminen tanto a largo plazo? Claramente la ropa íntima y lencería son prendas personales que no se comparten, por eso la invitación es hacer nuestra compras de la manera más consciente y crítica posible, entonces… para aportar un poquito a la salud de nuestro planeta debemos:
- Indagar nuestros hábitos de consumo, entender si es un deseo, una necesidad o un capricho a la hora de comprar.
- Cuestionar las marcas que estamos apoyando, su origen, sus materiales y procedimientos.
- Apoyar marcas locales y nacionales, la producción es mucho más ética que la producción a gran escala.
- Donar, regalar o darle otra vida a las prendas con las que ya no resonamos.
- Comprar en tiendas de segunda mano y upcycling.
Comprometámonos con lo que nos corresponde, seamos coherentes y entendamos las dinámicas de nuestro entorno. ¡Más consumo responsable, por ti, por mi, por nuestro planeta! ♡